Estimado agente foral de Navarra. Le escribo esta misiva para hacer saber lo encantador que ha sido usted esta mañana junto con una compañera. Después de haber estado en casa 7 días por las normas del covid, hoy empiezo a currar en Zizur, como hace 30 años. Desde el año 1977 tengo el permiso de conducir B, nunca un accidente, un parte al seguro por muy poquita acción a un coche. Y esta mañana, que me reincorporaba a mi curro en una casa barriendo, fregando, en fin las tareas de un hogar, se me pone usted con su vehículo tras el mío.

Como ha podido comprobar usted, querido agente, me he dado cuenta de que podía haber ignorado su presencia, ya antes le había visto en la A15, pero como no he cometido infracción alguna... Pues bien, pienso, como no puede ser de otra manera, que ustedes agentes velan por la seguridad de todos, también de los conductores, y a los conductores que infringen la ley le cae ese peso.

Pero estimado agente foral, no es mi caso, no estoy segura de qué han pensado los dos agentes (vamos a parar a estas dos señoras con un Mercedes de 3 años y medio a ver qué trapos sucios tiene por ahí). Ea, se me ponen al lado, me señala que pare en una rotonda -que yo les debería haber denunciado por no indicarme dónde debería parar yo-. Como no había cometido infracción, le indiqué a los agentes si giraba hacia la derecha del polígono Talluntxe. Bueno, aparqué donde pude y allí estaban los dos agentes. Me piden la documentación y, jolines, miraron los trapos sucios y ahí estaba la ITV, dos meses sin pasar un coche de 3 años y medio casi nuevo, y 200 eurazos. Me han dejado mis queridos agentes fría, 15 días de trabajo.

Espero que hubieran dormido bien los dos, y quizá el gobierno les ponga una medalla. Cuando saben ustedes que hay montones de conductores haciendo barbaridades, coches que se les ve la tripa por debajo, es decir, que llevan algo suelto, con las consecuencia que puede acarrear que se suelte la chapa que cubre el motor... Y me denuncian a mí. Maldita la gracia que me han hecho.