Después de todo lo pasado, hoy puedo decir que me siento infinitamente afortunada de que lo que nos ha tocado vivir haya sido aquí y ahora.Tras 3 meses y 3 días en la Unidad de Neonatología de Virgen del Camino tenemos a nuestro pequeño en brazos, durmiendo y llorando a ratos (esto se lo habéis enseñado vosotras, ¡en fin!), en casa. Habéis cuidado a nuestro hijo como si fuera vuestro, es el niño con más tías que he conocido. Habéis compartido con nosotros desvelos, dolor, y a veces también un poquito de desesperación. Habéis sido esa mirada, gesto y palabra (y también globo, guirnalda, coronita y sticker) que, sin saberlo, muchos días necesitábamos para seguir aflote. Habéis sido la familia con la que hemos celebrado el primer kilo y el segundo, el primer mes, el segundo y también el tercero (en el fondo nos queríamos quedar unos días más), las primeras Navidades de nuestro bebé, el cumpleaños del aita... Habéis luchado con y por nosotros, por los tres.Aunque suene a "topicazo", como sanitaria, ha sido la primera vez que me ha tocado estar tan de cerca "al otro lado". He aprendido con vosotras lo difícil que resulta la incertidumbre, lo duro que es ser "paciente" en todas sus acepciones, y la diferencia entre hacerlo solo o, por contra, hacerlo arropado. He visto en muchas de vosotras la profesional que me gustaría llegar a ser.Estoy segura de que en otro sitio o en otro tiempo esta historia no la estaríamos contando con este mismo final. Más que nunca, somos plenamente conscientes de que para que el mundo sea un lugar mejor todos los niños deberían tener los mismos derechos al nacer, independientemente de su edad gestacional, raza, procedencia, estatus económico... Y lo menos que podíamos hacer es dar las gracias a todas las que habéis peleado para que al menos nuestra pequeñita parte del mundo lo sea.