Llevo ya casi 8 meses dedicando parte de mi tiempo a estar con niños con discapacidades intelectuales. A menudo vivo las indiscretas miradas lanzadas de refilón desde algún rincón de la villavesa o, peor aún, cuando esas miradas nos rehuyen, como si debiéramos sentirnos avergonzados. Pese a ello, nunca me hubiera imaginado que en un local abierto a todo el público se mostrasen reticentes a dejarnos disfrutar de un trozo de tortilla -plato que, por cierto, tanto gusta entre los más pequeños-. La situación fue la siguiente: al ir con el grupo de niños y voluntarios a pedir sitio en un bar vacío, la camarera nos puso la excusa de que, como iban a venir unos clientes habituales a tomar el vermú, les era imposible ofrecernos una mesa. Tras unos minutos de discusión entre la empleada y una de mis compañeras, el jefe salió y, al contrario que la camarera, nos ofreció de inmediato un lugar dentro del bar. Y como era de esperar, ni un niño molestó a los clientes.¿Qué es lo que nos lleva a pensar que estos niños no se merecen un lugar, como cualquier otra persona, en un bar? ¿Acaso no vivimos en una sociedad inclusiva? Por desgracia, no será la última vez que estos niños no sean bien recibidos en un sitio. Y es que nosotros somos los que muchas veces les ponemos el camino más difícil y no su propia discapacidad. Somos nosotros los que les observamos como si fuesen inferiores o incapaces de adecuarse a las situaciones. Y esto, disculpadme, no se puede alejar más de la realidad. Desgraciadamente, sentirse aceptado e incluido en nuestra sociedad cada vez resulta más difícil. Siguen persiguiéndonos los perjuicios sobre aquellos a quienes no conocemos, pero que rápidamente clasificamos por su condición. Aquel día la camarera no fue el problema, sino la desinformación de una sociedad que está aparentemente comprometida con la inclusión de todos. Yo no quiero que haya personas que tengan que pasar por esto, por eso comparto estas líneas con la intención de buscar la manera efectiva de concienciar y educar el respeto y el conocimiento.