La ONU, a pesar de sus defectos, es la única organización capaz de impulsar la amistad, el respeto y la paz entre naciones. Si queremos vislumbrar el futuro de la humanidad con algo de esperanza, su validez es innegable. Con voluntad, sus carencias deben y pueden corregirse; pero siempre han de respetarse sus resoluciones. Si se la desacredita ignorándolas, ¿para qué pertenecer a esta Organización? No entiendo que el ala socialista del Gobierno haya decidido suicidarse vendiendo al pueblo saharaui a un régimen autoritario por segunda vez, conculcando el compromiso con la legalidad internacional y las 74 resoluciones de la ONU -que abogan por un referéndum de autodeterminación- que hasta ahora había apoyado. Muy pocos en la izquierda comprendemos este cambalache que patea el futuro del pueblo saharaui, sin respetar sus derechos. Es alta política de Estado, y lo hace a hurtadillas y sin abrir el debate. ¿Será 2022 el año de los pueblos pisoteados?