arece que la crisis sanitaria de la covid-19 va llegando poco a poco a su fin. Estos días salen noticias que afirman que a mediados de este mes dejará de ser obligatoria la mascarilla en interiores, ya no hay que confinarse aunque el resultado de la prueba PCR sea positivo, la exigencia del “pasaporte covid” ha quedado reducida a espacios residuales (si bien su exigencia en cualquier caso sigue siendo una vulneración absoluta de los derechos y libertades de las personas), las noticias sobre la covid-19 ya no abren ningún telediario...

Sin embargo, en la cárcel de Pamplona, las vidas y los derechos de las personas presas siguen estando cercenados por las restricciones y privaciones que se impusieron como medidas para frenar la covid-19. Y es que, a día de hoy, las personas que ingresan en la cárcel de Pamplona para cumplir su condena o aquellas que regresan de un permiso de salida penitenciario se siguen viendo obligadas a realizar “cuarentenas”. Cuarentenas, ese eufemismo con el que se trata de esconder que lo que se hace es aplicar el régimen de aislamiento penitenciario como medida sanitaria. Una medida, el aislamiento, que la legislación penitenciaria reduce a situaciones excepcionales por la grave injerencia que supone en la vida de las personas. Porque el aislamiento supone estar hasta 24 horas diarias sola, sin ningún contacto con ninguna persona, encerrada entre las 4 paredes de una celda.

Actualmente también, para el acceso al interior de la cárcel de Pamplona de todas las personas ajenas a la institución, se sigue exigiendo el pasaporte covid. Esto supone una limitación al acceso del personal de las entidades sociales que realizamos actividades fundamentales en prisión y, por ende, un perjuicio a las personas presas que ven limitados los recursos y actividades a los que pueden acceder.

Otra de las medidas que se mantienen, de manera incomprensible, es la imposibilidad de realizar visitas vis a vis. Las comunicaciones vis a vis son la única forma en las que las personas presas y sus familiares y/o personas allegadas pueden tener contacto directo entre ellas: tocarse, sentirse, abrazarse... Son la única forma en la que, de alguna manera, pueden sentir que siguen conectadas a su vida en libertad: hijas/os, madres, padres, hermanas/os, parejas, amistades... Además, suspender los vis a vis supone una reducción en el tiempo total de contacto con el exterior que se reduce a los tiempos destinados a las comunicaciones telefónicas y por cristal.

Llevamos así casi dos años. Recapitulamos:

- El 12 de marzo de 2020 entró en vigor la medida estrella de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias para frenar la pandemia en las cárceles: ¡cerrar las cárceles!, ¡que nadie entre! (si no es a cumplir condena), ¡que nadie salga! (paralicemos las salidas de permisos y progresiones a tercer grado, ¿a quién le importa?).

- A mediados de mayo de 2020 se retoman los vis a vis y están activos hasta mediados del mes de agosto de 2020, cuando se vuelven a suspender.

- El 13 de septiembre de 2021, más de un año después, se reactivan los vis a vis. El 9 de diciembre de 2021 vuelven a suspenderse, situación que se mantiene hasta la actualidad.

Es decir, durante estos dos últimos años, los vis a vis han estado suspendidos durante diecinueve meses. Y siguen suspendidos. ¿Alguien piensa en el daño a la salud mental y emocional que esta situación está acarreando?

Por ello, una vez más (y no nos cansaremos de hacerlo), exigimos el respeto a los derechos de las personas presas en la cárcel de Pamplona, así como los de sus familiares y personas allegadas. Y en concreto:

exigimos al Gobierno de Navarra que, dado que desde el mes de agosto de 2021 asumió la competencia sanitaria de la cárcel de Pamplona, sea la Administración navarra la que fije los criterios y medidas a adoptar para gestionar la crisis sanitaria de la covid-19 en la cárcel de Pamplona aplicando los mismos criterios que para el resto de la población navarra. En este sentido, debe acordarse la eliminación de las “cuarentenas”, la eliminación del pasaporte covid para el acceso a prisión y el restablecimiento de forma inmediata de las comunicaciones vis a vis sin más exigencias que las que existen en la calle.

Asimismo, exigimos a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias que respete y asuma que es el Gobierno de Navarra quien debe fijar las medidas sanitarias en la cárcel de Pamplona.

*Firman esta carta: Libertad Francés Lecumberri, Irati Jiménez Aragón, Maje Martínez Soto, Lorena Alemán Aróstegui, María Rodés Laplaza, Ruth Martínez Latorre, June San Millán García y Ana Berruezo Lerga, como miembros de Salhaketa Nafarroa