Javier Vizcaíno escribió hace unos días: “Comprar bebés es inmoral... e ilegal”. Más allá del título de su escrito, con el que nadie puede estar en desacuerdo, enlazó un puñado de palabras insultantes hacia todas las familias, que no son pocas, formadas gracias a la gestación subrogada en países reguladores. Esta Técnica de Reproducción Humana Asistida (TRHA) está regulada en numerosos países del mundo, y en muchos otros se trabaja su regulación o la mejora de esta. Somos muchas las familias que caminamos por las calles de Euskal Herria con niños nacidos gracias a la generosidad de mujeres del mundo. Nuestros hijos, además, acuden a colegios, ikastolas e institutos, y sabemos las graves consecuencias que esta persecución y señalamiento de algunas instituciones, partidos políticos y también periodistas, puede causar en ellos. Es lícito estar en desacuerdo con esta TRHA, conociéndola o, como sucede en la mayoría de las ocasiones, desconociendo los principios básicos de una gestación subrogada ética, garantista y libre. Señor Vizcaíno, nuestras familias tienen nombres y apellidos. Vivo en el barrio de Santutxu, en un piso de 50 m2, no soy ninguna “señoritinga de cartera abultada”. Mi hijo es Mike, acaba de cumplir un año, y esta madre soltera no va a consentir que nadie lo llame “carne humana al peso” sin ninguna oportunidad de réplica. Mica es la mujer que gestó a Mike en Canadá, su nivel de humanidad no cabe en este escrito, vivió la gestación y el parto de mi hijo en absoluta libertad, a mi lado y al lado de su familia, nada que ver con esa “cautividad” que usted parece conocer por la contundencia de sus palabras. Le pregunto: ¿A cuántas mujeres gestantes conoce? ¿Con cuántas ha hablado? No me cansaré de repetirlo: ¡Dejen de hablar de ellas, hablen con ellas!