n respuesta a la carta al director firmada por Sandra Iraizoz Cía:

Al margen de refutar este discurso falaz que, a nuestro juicio, es marcadamente victimista y emocional, que hace una utilización ilícita de los menores de Auza para legitimar supuestos y creencias propias, y que vierte afirmaciones falsas sobre fotos inexistentes, queremos hacer una reflexión de carácter más universal y constructivo.

No hay ninguna diferencia entre un gato de pueblo y un gato de ciudad si ambos sufren.

Cuando hablamos de gatos de la calle, hablamos de atropellos, de dolor sin analgésicos, de herpes en los ojos, de enfermedades durísimas y mortales, de agujeros, tuberías y latas que se convierten en trampas, de los rigores del invierno y las tormentas, de agresiones, pedradas y perdigones, de ataques de perros y del estrés de vivir siempre al filo de la supervivencia, alerta, en perpetuo riesgo y sin sensación de seguridad.

Un gato en la calle vive tres veces menos de media que un gato casero y su calidad de vida se reduce de forma exponencial.

La seguridad, la atención sanitaria, la protección frente a las inclemencias meteorológicas y la comida saludable son logros que el progreso ha proporcionado a humanos y animales domésticos y a los que, seamos sinceros, no queremos renunciar, aunque defendamos un discurso idílico respecto a las bondades de la vida en la naturaleza. Por eso la ley intenta extender esos logros a los animales de compañía, porque la sociedad se compromete, cada vez más, con su bienestar.

Así, de acuerdo a los puntos 1 y 19 del artículo 5 (Definiciones) de la Ley Foral 19/2019, de 4 de abril, de Protección de los Animales de compañía en Navarra, los gatos son animales de compañía “independientemente del fin para el que se destinen o el lugar en el que habiten”, y como se afirma en el Artículo 17 (Colonias felinas): “los ayuntamientos, las entidades supramunicipales o las comarcas, como medida de protección y control poblacional de los gatos que vivan en estado de libertad en su municipio, deberán establecer colonias felinas (...) por medio de la captura, esterilización, identificación y suelta (...) y promoverán la colaboración con particulares y entidades para facilitar el cuidado de los animales. La gestión se realizará, preferentemente, en colaboración con entidades o asociaciones de protección animal”.

La intervención de nuestra asociación se llevó a cabo tras recibir el aviso de que había animales en muy mal estado en la localidad de Auza (valle de Ulzama) y llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento del Valle.

Los rescatistas no somos secuestradores. Intentamos salvar el mayor número de animales con los mínimos recursos disponibles, pero tenemos que asumir que no es tan sencillo hacerlo como decirlo. Y no es tan sencillo porque acostumbramos a toparnos, en el mejor de los casos, con los matices y las posturas encontradas; en el peor, con las amenazas, los ataques y el vandalismo. Y resulta complicado mantenerse firme y no sucumbir al pensamiento polarizado o sesgado por las emociones y el catastrofismo y continuar haciendo nuestro trabajo.

Pero, hoy por hoy, vamos a seguir colaborando para que las instituciones implementen el método CES (captura-esterilización-suelta). Y lo hagan mediante una buena praxis efectuada por personal capacitado y autorizado y protocolos de actuación en constante revisión y mejora por parte de los ayuntamientos, que son los responsables de la gestión en materia de animales abandonados.

Y nos gustaría que todo ello fuera complementado con la realización de campañas formativas y educativas encaminadas a disminuir las vergonzantes tasas de abandono de animales domésticos y a educar a las nuevas generaciones en el respeto a la vida en general.

Por eso, consideramos que enfrentarnos en bandos que se atacan con una flagrante falta de rigor, con argumentos emocionales y con escaso interés por consensuar y por encontrar soluciones constructivas no va a resolver el problema. Tampoco lo hará faltar al respeto y denostar a las personas que suplen con su propio esfuerzo la falta de responsabilidad social. Solo multiplicará la falta de sensibilidad y la sinrazón y ninguna de las dos debería ser un objetivo.