Soy un docente que he tenido el privilegio de poder jubilarme anticipadamente, al cumplir los 60 años, tras haber desempeñado la mayor parte de mi vida laboral al servicio de la enseñanza pública, en la Comunidad Foral de Navarra.

Consciente tanto de lo privilegiado de mi situación como de la importancia que tiene el sistema educativo, en lo que respecta a la formación integral de nuestros ciudadanos, he considerado que era mi obligación finalizar mi vida laboral aportando mi granito de arena para tratar de contribuir a la mejora de dicho sistema educativo.

Es por ello por lo que he dedicado los primeros meses de mi nueva etapa vital, como jubilado, y desde la libertad que me proporciona ya el hecho de "estar fuera del sistema", a elaborar un extenso informe, ampliamente documentado, en el que he trasladado a la Administración Educativa, desde mi experiencia laboral, tanto diferentes cuestiones que considero que deberían de ser revisadas como, también, algunas reclamaciones concretas y diversas propuestas de mejora.

Dicho documento fue entregado en el Registro de las oficinas del Departamento de Educación, hace ya más de seis meses, pero, a día de hoy, no ha recibido respuesta alguna ni por parte de la propia Administración ni por parte del responsable del Servicio al que iba dirigido dicho informe.

La Administración pública debería tener como objetivo tratar de mejorar el servicio que presta a la ciudadanía y, por ello, tendría que ser receptiva a las propuestas de mejora que se le plantean.

Los docentes jubilados, que hemos dedicado nuestra vida laboral a la enseñanza pública, podemos ayudar en dicho proceso de mejora, con nuestras aportaciones, pero necesitamos un reconocimiento a nuestro trabajo, más allá del pin con el escudo de Navarra que se nos hace llegar tras la jubilación.

El verdadero reconocimiento de la Administración hacia sus trabajadores jubilados debería pasar, entre otras cosas, por tomar en consideración y, cuando menos, por dar algún tipo de respuesta a los documentos elaborados desde la experiencia de toda una vida en la docencia, ya que, de lo contrario, el denominado "silencio administrativo" bien podría interpretarse como "desprecio administrativo".

Docente jubilado del Departamento de Educación del Gobierno de Navarra