Soy maestro de Educación Infantil desde hace 8 años en diferentes colegios públicos de Navarra y no tengo palabras para describir mis sensaciones y las de muchas compañeras tras la publicación de las notas de la primera parte de las oposiciones de maestros.

Todavía en shock me pregunto por qué. Son muchas las horas de estudio dedicadas, el esfuerzo realizado y las ilusiones depositadas en un proceso a mi juicio muy poco objetivo y real. Es verdad que somos muchos los y las docentes que nos presentamos y que muy probablemente existan exámenes merecedores de una gran nota. Eso no quita para que se humille y desvalore el trabajo realizado por el resto de la manera en la que se hace año tras año. Miras las notas de los tribunales y la mayoría son 0, 1, 2...

¿Cuáles son los criterios para valorar así un ejercicio? ¿Qué temarios utilizan los tribunales? Estoy seguro que el 0 de un tribunal no lo es para otro, entonces..., ¿con qué seguridad te puedes presentar a una oposición si no hay una clara objetividad a la hora de evaluar? Hay pruebas eliminatorias que no te dejan demostrar muchos de tus conocimientos. Mención a parte merece el caso práctico. Ya me gustaría saber quién tuvo semejante ingenio de pensarlo, porque de solucionarlo prefiero no saberlo.

Este sistema debería cambiar ya de una vez por todas. Los procesos selectivos en otros cuerpos pueden parecer más o menos justos, pero desde luego no dan lugar a interpretaciones y valoraciones subjetivas, tantas como personas puedan corregir. 

Por no decir la poca consideración que se tiene con el personal que día tras día se dedica a la educación de los niños y niñas durante todo el curso para después de una dura jornada ponerse a estudiar. En ninguno de los casos se les compensa de alguna manera en la oposición con algún apartado que premie con algún punto extra, diferenciándoles del resto de opositores que por “diferentes” razones no están en las aulas. Que me cuenten cómo se mantendría la educación pública si no estuviéramos ahí al pie del cañón.

A los tribunales, compañeros y compañeras de centros escolares. Cuánto me cuesta entender que se desprecie tanto un ejercicio de un compañero/a de profesión. Mejor que nadie sabéis lo duro que es afrontar el curso y estudiar para que cuando llega finales de junio te tumben con semejante disgusto valorando tu dedicación con una nota tan ofensiva. Y digo bien, porque ofende, hiere, duele, humilla y te hace polvo. 

Después llega septiembre y esas mismas personas que hemos sido pisoteadas volvemos a dar lo mejor de nosotros en cada aula y con cada niño/a. Porque nos gusta nuestro trabajo, y sí, porque estamos preparados, porque tenemos experiencia y porque normalmente nos ayudamos los unos a los otros cuando tenemos algún problema.

No estoy pidiendo comprensión, solo un sistema más justo porque no hay derecho a que se trate así a quien día tras día dedica su vida a construir una sociedad donde el respeto y la igualdad de oportunidades son fundamentales para un futuro mejor.

Ánimo a todas y todos.