Los datos de agosto, que empeoran los de julio, no dejan lugar a dudas. Sigue en aumento el número de personas que se añaden a la lista de espera, aumenta el plazo para primera consulta en las diferentes especialidades y aumenta el malestar de la gente. Desde el Gobierno de Navarra pretenden normalizar esta situación inasumible. Un claro ejemplo de esto es la evolución del discurso de nuestra consejera de Salud, quien en 2019 hablaba de un Plan Integral para las listas de espera y a lo largo de los meses y de los años, pandemia mediante, ha ido minimizando objetivos hasta declarar en 2022 que “ve aceptable la espera quirúrgica”. La presidenta Chivite, por su parte, alude al “comodín de la pandemia”, como si el origen de este problema no hundiera sus raíces mucho tiempo atrás.

De hecho, el cortoplacismo con el que la clase política viene gestionando los servicios públicos se sitúa en el origen de problemáticas como el aumento de las listas de espera en sanidad pues es la falta de previsión y de inversión, tanto en personal como en recursos materiales, lo que nos ha traído a esta situación. En lugar de apostar por políticas con alcance a medio y largo plazo a nivel de Atención Primaria, Salud Mental, Salud Pública y Laboral, se ha tomado una senda alejada de la prevención de la enfermedad y de la promoción de la salud.

Por otra parte, un más que generoso trato otorgado a lo largo del tiempo a la red privada a través de la concertación y de la llamada colaboración público-privada, ha facilitado que el sector privado se fortalezca en detrimento del sector público. De hecho, mientras se alude continuamente a la falta de profesionales de medicina como causa de muchos de los problemas de nuestro sistema sanitario público (entre los que se encontrarían las listas de espera), inexplicablemente continuamos financiando a la red privada, favoreciendo así la captación de personal médico en este sector. Deberíamos dejar de inyectar fondos al sector privado y redirigirlos a la sanidad pública para revertir este proceso y poder optimizar el rendimiento de las infraestructuras sanitarias de las que ya disponemos: quirófanos, consultas, pruebas diagnósticas… contribuyendo así a atajar las listas de espera.

No es posible la cooperación del sector público y el privado porque sus intereses son antagónicos. Frente al negocio de los segundos, la sanidad pública busca la defensa de la salud como un bien individual y colectivo. Vemos imprescindible un cambio radical de modelo sanitario para que éste sea integral, preventivo y comunitario, alejado del afán de lucro, dejando a un lado las fórmulas privatizadoras. Nunca mejor dicho, cortar por lo sano. En este sentido, queremos animar a la población a que apoye la Iniciativa Legislativa Popular por la recuperación del Sistema Sanitario Público que encara ya su recta final y que, entre otros importantes aspectos, pretende poner coto a las privatizaciones (https://recuperatusanidad.org/). Porque queremos y merecemos una sanidad con personal implicado, una población concienciada y una infraestructura capaz de dar respuesta al derecho a la salud.

*Firman esta carta: Rubén Oneca Erro y Mikel Saralegi Otsakar Sección sindical de CGT/LKN en Osasunbidea