En los próximos días tendrá lugar la quinta mudanza que se realiza desde que la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital Universitario de Navarra iniciara su andadura en el año 2007.

Un proyecto ilusionante que se ubicaba de manera provisional junto a la Unidad de Neonatología y que nacía con el objetivo de garantizar la cobertura asistencial de los pacientes críticos pediátricos. Lo que nunca hubiéramos imaginado es que, siendo la unidad referente para Navarra y tras quince años, nos encontráramos en una perpetua provisionalidad y sin el mínimo atisbo de que esta situación vaya a cambiar en los próximos años.

La numerosa evidencia sobre la humanización de la asistencia en las unidades de cuidados intensivos describe los innegables efectos negativos que ejerce el aislamiento de su entorno sobre el paciente pediátrico. Ello exige que la estructura física y funcional de la unidad deba basarse en un entorno adaptado a la psicología del paciente, garantizando la luz natural para la preservación de los ritmos circadianos, así como la habilitación de espacios que aseguren la privacidad del niño y su familia. 

Una arquitectura humanizada, además de reportar grandes beneficios físicos y psicológicos para pacientes, familias y profesionales, redunda económicamente de una manera positiva ayudando a reducir errores, duración de estancias y mejorando la comunicación entre familias y profesionales. Así lo recogen publicaciones como el Manual de buenas prácticas de humanización de Cuidados Intensivos del Proyecto HU-CI o el informe técnico de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos. Lamentablemente ninguno de estos criterios se ha cumplido en las distintas ubicaciones por las que hemos pasado. Los niños y las familias que ingresan en nuestra unidad carecen de luz natural, de boxes que garanticen su intimidad y de espacios destinados a los padres. 

Si nuestra pretensión es ofrecer una atención humana y de calidad a los más indefensos, la creación y ubicación definitiva de una unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos no puede seguir siendo un proyecto demorable. 

La autora es enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos y secretaria del Colegio Oficial de Enfermeras de Navarra