Desde la ampliación del estadio de El Sadar, mis hijos y yo somos socios de Osasuna. Mi hija pequeña, aunque ha ido en alguna ocasión, de momento no es muy futbolera y su carnet lo suele aprovechar algún primo, algún amigo del pueblo o algún compañero del equipo de fútbol de su hermano. Cuando nos tocó elegir zona del estadio, nos decantamos por el sector 312, que además de que contaba con tres asientos juntos, estaba próximo a Graderío Sur, otro de los aspectos que buscábamos. En la zona del estadio en la que nos encontramos y en nuestra misma fila se coloca un grupo de chavales jóvenes. Pero en concreto, hay un joven de gafas dentro de ese grupo que cada partido no hace otra cosa sino que insultar, faltar al respeto, decir auténticas barbaridades (h.p., muérete, partirle una pierna, …), tanto a los jugadores rivales como a los árbitros. Yo, además de rojillo soy muy madridista, y por supuesto que el último partido quería que ganara Osasuna, por lo uno y por lo otro. Pero a pesar de eso, no todo vale.

Para este chico no importa cómo vaya el partido, si Osasuna gana, empata o pierde, si está jugando mejor o peor, él se pasa todo el partido diciendo auténticas burradas. Creo sinceramente que ese chico no llega ni a disfrutar de lo que acontece en el terreno de juego. Pero lo que más me molesta es que no tenga ningún reparo en hacerlo delante, ya no de mis hijos, que también, sino de otros muchos menores que se sientan a su alrededor. ¿De verdad que a ese chico nadie le ha enseñado modales? A pesar de que en un determinado momento el cuerpo te pide decir algo, ¿no eres capaz ni de aguantarte teniendo alrededor a varios niños/as que en muchos casos no superan los diez años de edad? ¿De verdad que se va todos los días a su casa después del partido satisfecho con todo lo que ha hecho y dicho? Tampoco me parece bien que la gente de alrededor en muchas ocasiones le ría las gracias, porque de gracia tiene muy poca. Y me molestan especialmente estas actitudes en el fútbol ya que yo he jugado a fútbol muchísimos años y lo he vivido de otra manera, y eso es algo que trato de inculcarle a mi hijo, que el fútbol es precisamente otra cosa. Y me molesta también mucho más cuando se producen delante de menores porque luego hay personas que se agarran a eso para decir que el fútbol no transmite los valores adecuados en los niños/as, en los/as jóvenes, que hay violencia, etcétera.

Y lo digo porque precisamente mi hijo acude a un colegio el cual la semana pasada decidió no apuntar a sus equipos en el Torneo Interescolar que organiza la Fundación Osasuna. Ya en su día se argumentó que el fútbol no transmitía los valores que sí intentaba inculcar este centro. Este curso, la dirección, bueno rectifico, el Consejo Escolar, decidió llevar a cabo una votación (con unas condiciones de antemano imposibles de cumplir), entre toda la comunidad educativa del centro para ver si el centro participaba o no en dicho torneo. A pesar de la abrumadora mayoría del sí entre los votantes, las condiciones de la votación no se cumplieron y los chicos y chicas de 5º y 6º de Primaria no van a poder participar en el torneo.

Como comentaba anteriormente, he jugado muchos años a fútbol, y en más de un equipo, de todos ellos guardo grandísimos recuerdos, y tengo amigos de todos esos años con los que sigo manteniendo una estrecha relación, y todo ello, sí, gracias al fútbol. Me niego a aceptar que el fútbol es lo que ese socio de Osasuna hace cada partido, me niego a aceptar que se diga que el fútbol no transmite unos valores apropiados para los/as niños/as y jóvenes. Cada semana hay cientos y cientos de niños y niñas que están deseando que llegue el fin de semana para jugar su partido de fútbol o futbito. Cientos de niños y niñas que solo quieren pasar un buen rato, porque para ellos y ellas el fútbol es eso, un momento de disfrute, se gane, se empate o se pierda. Y a ese socio de Osasuna le diría, si no es capaz de controlarse ni siquiera delante de unos/as menores, que se quedara en su casa.