Hace muchos años decidí higienizarme mentalmente de la manipulación informativa que recibía a través de la radio que nos invadió por la técnica de asfixiarnos de noticias que no teníamos capacidad de digerir. 20 ó 30 años después, casualmente he escuchado varias emisoras durante unos días y me he sentido decepcionado por la evolución, pues se informa cada cuarto de hora sobre el tiempo, y no sólo en Euskal Herria, sino en Algeciras, Menorca o en Santiago. A continuación viene la información con detalles morbosos de los asesinatos de mujeres por sus correspondientes machos que sirven para convocar a la población en silencio durante cinco minutos delante de los ayuntamientos con las autoridades compungidas. Hasta la próxima. Después se pasa revista a la salud de todos los futbolistas de los equipos importantes, sus profundas reflexiones, las declaraciones filosóficas del seleccionador nacional y los motivos de los fracasos de la selección española. Todo ello con cortes cada cuarto de hora con publicidad como para niños de cinco años, apta sólo para estimular las ventas de artículos de consumo superfluos, pero que son los que incentivan las ventas y beneficios de los grandes almacenes. Por eso he recuperado el silencio reparador de mis libros, mis largos paseos y gozo con los partidos de pelota y otros programas para practicar el euskara en ETB1. Porque la información que busco no es la que me meten por un embudo, sino en Público, Le Monde en español, Eldiario o Gara y otros digitales que capto por internet y que me protegen de la OTAN que apoya a Ucrania y a Zelenski o conocer la versión real de la renovación del CGPJ, las hazañas de las FSE en Melilla o las sentencias politizadas de los tribunales españoles rechazadas por el TEDH u otros tribunales europeos que imparten justicia y no consignas políticas.
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