“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano” (Voltaire).

El pensamiento de Alejandro Toquero suele ser rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción. A pesar de ello, sería bastante funcional y no tiende a mostrar un comportamiento extraño aunque se alíe con la incongruencia y consiga desarbolar cualquier estrategia opositora que sea mínimamente racional.

Asimismo, Toquero padecería el llamado síndrome de hybris, citado por el médico y político inglés David Owen en su obra The Hybris Syndrome: Busch, Blair ant the Intoxication of Power, término que procede de la palabra griega hybris que significa desmesura y se conoce como la enfermedad del poder.

Así, su falta de otredad habría derivado en una acusada megalomanía, “entendida como delirio de grandeza que provoca que el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión” ( salvar a Tudela del asedio de las tribus vascas del norte).

Los que sufren dicho síndrome tienden a la transgresión de las normas generales admitidas, pero el tener un ego enfermo de hibris conlleva un castigo o némesis que puede desembocar en una crisis personal en la que el enfermo corrige su conducta y adquiere el conocimiento de la otredad, aspecto altamente improbable en el caso de Alejandro Toquero.

En consecuencia, sólo cabe esperar a que un determinado número de personas (masa crítica) alcance una conciencia más elevada, momento en que es capaz ya de realizar un salto evolutivo, lograr un cambio de mentalidad e imponer finalmente un ideario que permita por fin al alcalde Toquero conocer la otredad desde el ostracismo político.

El autor es analista