Llevo casi veinte años impartiendo docencia a estudiantes y profesionales de enfermería. En mis clases he tenido estudiantes de la diplomatura, profesionales de enfermería que querían homologar su antigua titulación y, por supuesto, chicos y chicas que estudian los cuatro años del grado oficial en enfermería. 

En 2007, con la Declaración de Bolonia, se creó el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) que introdujo cambios sustanciales en la oferta de titulaciones y en el perfil de quienes terminan sus estudios universitarios. Uno de esos cambios sustanciales afectó a los estudios de enfermería, que pasaron de ser una diplomatura de tres años a unos estudios de grado en cuatro años, que abrían las puertas a realizar programas de máster, especialización y doctorado en enfermería. 

Sin embargo, más de diez años después de que se graduaran las primeras promociones del grado en enfermería, el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea sigue sin reconocer que estos estudiantes han completado un grado con la misma dedicación en horas de estudio y formación que quienes han terminado derecho, administración de empresas, bioquímica o psicología.  

Algunos podrían pensar que es sólo un detalle sin mayor importancia. Sin embargo, al quedar encuadrados en el grado B de la administración, tienen una merma en su salario base y complemento de grado de más de 5.000 euros anuales. A esto se añade una menor retribución en aspectos como guardias, turnicidad, festivos u otros complementos de su salario mensual. Es decir, que si alguien se gradúa por ejemplo en bioquímica, aprueba la oposición correspondiente y consigue plaza dentro de nuestro Sistema Navarro de Salud-Osasunbidea, cobrará de partida un 20% más que un graduado en enfermería en su misma situación, independientemente del trabajo que desarrollen. 

Todos sabemos que las profesiones relacionadas con los cuidados, y la enfermería claramente lo es, tienen un perfil abrumadoramente femenino. En estas fechas todos los partidos políticos hablan de acabar con las desigualdades entre hombres y mujeres, sobre todo, en el ámbito laboral. Sugiero a nuestros parlamentarios forales algo muy sencillo para lograr un poco más de igualdad real. Por favor, obliguen al Gobierno de Navarra a acabar con una discriminación y a reconocer algo que es de justicia: que los graduados en enfermería tienen el mismo derecho a ser encuadrados dentro del grupo A de la administración que sus compañeros con otros grados universitarios. ¿Se imaginan cómo se reduciría la diferencia en el salario medio entre trabajadores y trabajadoras en Navarra si a los más de 3.500 profesionales de enfermería de la sanidad pública navarra, mujeres en su mayoría, les reconociesen el grado A?