En el último Pleno del Parlamento de Navarra, celebrado la semana pasada, asistimos perplejos a las mentiras de buena parte de nuestra clase política al ser preguntada por EH Bildu sobre el Tratamiento Integrado de las Lenguas. El propio consejero de Educación, Carlos Gimeno, dijo que cualquier centro puede salir, sin problema, del PAI. Mentira. Recordemos las trabas que tuvo el colegio público de Castejón para abandonar el programa. O el reciente caso de Cascante, que ya sabe que saldrá del PAI pero de manera paulatina. Gimeno también mintió sobre la elaboración del borrador del Decreto PAI. Aseguraba que se ha hecho de manera participativa y consensuada con distintos agentes educativos. Otra mentira. Se hicieron tres reuniones sobre el asunto, sí, pero solo para recabar información, ya que la elaboración del borrador PAI quedó en manos (y pagando con dinero público) de una consultoría ajena al mundo de la educación. Un absoluto paripé. La siguiente mentira de Gimeno fue decir que a la hora de elegir modelo lingüístico se respeta la realidad sociolingüística y de decisión de las familias. Mentira. ¿Qué pasa entonces con las familias de Lerín que actualmente están pidiendo el modelo D en su escuela y a las que se les ha dicho que no? ¿Qué pasa con los y las habitantes de Mañeru que queriendo ser zona mixta, se les dice que no? Mentira tras mentira. Y aún hay más, el señor Pedro González Felipe, de Navarra Suma, fue capaz de decir que en todos los centros de Navarra se puede matricular en euskera, y no así en castellano. Nueva mentira, y no hay más que citar de nuevo Lerín o Mañeru, sin ser los únicos casos. Navarra Suma, además, acusó al modelo D de minorizar el castellano y de ir en contra del multilingüismo. Precisamente el modelo D, que a diferencia del PAI, dispone de datos oficiales en los que se confirma que el alumnado termina la ESO con altos niveles tanto en inglés como en euskera. Basta ya de utilizar el mutilingúismo como arma contra el euskera. Basta ya de atacar nuestra lengua propia, el euskera, y confrontarla con el inglés. Nos merecemos una clase política del siglo 21 que realmente sitúe las necesidades de las alumnas y alumnos en el centro y no sus propios fantasmas e intereses. Basta ya de hacer ingeniería legal para imponer programas que no funcionan.

* Miembros de LAB Irakaskuntza