La caricaturización del acento vasco ha sido siempre una mina para los cómicos del Estado español. Aquel tontorrón anuncio de las gulas del norte del que supongo no estará muy orgulloso el actor Karra Elejalde y sobre todo la triunfadora película de los Ochos Apellidos Vascos de Cobeaga, que fue repuesta en todas las televisiones hasta el empacho, eran Entonces puro ejemplo de buen humor y buen rollito. Y solo son dos ejemplos recientes. La parodia en TV3, ingeniosa para unos u ofensiva para otros del acento andaluz, de la Virgen del Rocío y de sus ritos se ha convertido en un asunto de estado que ha indignado desde a la reina de las mañanas de los de derechas ARQ hasta al exjuez amonestado por los tribunales europeos Marlaska, pasando por todo el arco de ofendiditos profesionales y por los defensores a ultranza de la libertad de expresión cuando es la suya. Solo quiero decir que aquí o nos reímos todos o no se ríe nadie porque eso de que el que ríe el último ríe mejor no es posible si no te dejan. Reírse de uno mismo es sano. Que se rían de ti sin mosquearte exige una tolerancia que debe ser recíproca. O eso, o todos serios.