Desde hace tiempo, asistimos a una vida pública excesivamente ajetreada. Las consecuencias de los resultados electorales del 28-M se están produciendo de forma inmediata. A la reacción del presidente del Gobierno de celebrar elecciones generales el próximo 23 de julio, le sigue la desaparición de Ciudadanos en los citados comicios. Los antecedentes los tenemos en la actual coalición gubernamental que se gestó de un día para otro. En Alemania, el tripartito que gobierna el país tardó 80 días en formar la coalición. En esta legislatura, hemos visto cómo desparecían líderes de los partidos, en breves espacios de tiempo; casos de los Pablos, Casado e Iglesias. También, cómo se llevaban leyes al Parlamento, siendo modificadas por el partido en el poder, por las consecuencias negativas derivadas, es el caso de la Ley del sí es sí. Las distintas tensiones que se han vivido en la coalición de gobierno nacional, por su precipitación en formarse. El actual bloqueo del CGPJ es otra de las consecuencias de esta política, que sólo entiende de ganadores y perdedores. Las recientes elecciones municipales y autonómicas han dejado poco espacio a los temas que les afectan, siendo la política nacional quien ha absorbido toda la campaña. No vivimos tiempos calmados para realizar las transformaciones, casi obligatorias, que nuestro país necesita. Las prisas siempre han sido malas consejeras. Por otro lado, este estrés público no permite tener el poso necesario, a fin de buscar el debate y el consenso para realizar los citados cambios. De momento vivimos aguas turbulentas, de las que no sabemos cuáles van a ser sus consecuencias. La última convocatoria electoral ha traído la cuarta mayor abstención a las urnas. Veremos qué sucederá en las generales del 23-J, y si será el comienzo de tener una vida pública más calmada, o, por el contrario, seguiremos en la actual deriva política. Hay momentos en este espacio público, que parecen más un reality show, que la responsabilidad del cargo que conlleva. No sólo aumenta la ansiedad, el estrés, y la depresión, en los ciudadanos de a pie. La vida pública también está siendo afectada por esta nueva pandemia de enfermedades mentales.