A primera vista parecen sinónimos, y positivamente engañados, así nos sentimos cuando escuchamos a alguien decir que “tiene la conciencia tranquila”. Atención, porque no hay relación entre ellos.

Como lamentablemente venimos viendo en los últimos años a través de los diversos malos actos y acciones, y los diversos daños causados al país (es decir, a las personas que trabajan y pagan impuestos) por personas que ocupan altos cargos al servicio de la democracia (nacional, local, internacional), la gran mayoría no se excusan de decir públicamente que “tienen la conciencia tranquila” aun cuando existan pruebas y sean condenados por la justicia.

Tener una conciencia tranquila es lo mismo que decir que vives y vives bien con los actos y acciones que has practicado. Si bien estos actos y acciones hechos son un claro signo de falta de ética y honestidad según los estándares de la humanidad civilizada. Tener una conciencia tranquila es lo que una persona siente consigo misma. La ética y la honestidad son ya algo sublime, que dan carácter, y en casos muy especiales pueden ser el principio de muchas otras cualidades de esas poquísimas personas de las que se dice “esa persona tiene carisma”.