Me gustaría visibilizar el acoso ya sea físico, psicológico, social, sexual y económico ya sea en relaciones de pareja, laborales, institucionales, escolares, familiares o sociales. Es indignante tener conocimiento de cómo los y las maltratadores que tienen un gran ego se van de rositas mientras las personas acosadas acaban con problemas de salud mental e incluso llegan al suicidio. 

Hay personas que les gusta maltratar porque se sienten más que nadie y sienten una fuerte adrenalina como si se fueran de fiesta y otras que les da morbo esa situación y disfrutan de ello. Por otro lado, está el miedo y que las personas que son cómplices del maltrato no llegan a interferir por miedo a represalias siendo así un espectáculo lamentable. Lo curioso de esto es que la persona que maltrata hace su vida y construye su futuro, tiene hijos, casa, trabajo y hasta montan sus propias empresas porque, claro, son tiburones en esta sociedad tan cruel y hostil con los más débiles. Y con las víctimas pasa lo contrario, se estancan y les cuesta mucho superar todo el maltrato, a veces tienen que llevar años de terapia psicológica para poder reponerse y en este país la salud mental deja mucho que desear según las estadísticas y los casos fallidos por parte de algunos profesionales que en muchas ocasiones responsabilizan a las personas maltratadas de su situación y esto es doblemente indignante. Pretenden que la persona maltratada se refuerce psicológicamente para aguantar el maltrato y cuando hacen frente las consecuencias son doble maltratadas así que no hay justicia, no hay valores, no hay nada, ni siquiera personas.