Me vi sorprendida por la publicación de este artículo en los medios navarros, nunca imaginé que lo harían. Incluso sentí agradecimiento con la agencia EFE por la empatía y delicadeza con la que lo dieron a conocer. Preservaba en todo momento partes privadas e íntimas de mi hija, como sus familiares y amigos lo hemos hecho siempre. Más tarde, alguien debió de pensar que dar a conocer esos datos privados e íntimos y valorar con una cantidad en euros la memoria de mi hija hace el caso más liviano, menos importante o menos trágico. No fue así, lo hace aún más grave e injusto.
No entiendo, y a día de hoy me indigna, que se prescriban medicamentos que por estudios verificados se conozca que los efectos adversos pueden desencadenar daños tan graves que pueden ocasionar la muerte en algunas circunstancias. Y me enfada que estos medicamentos además se recomienden a pacientes jóvenes que no presentan un riesgo vital. La propia ética médica debería ser una barrera para esas prácticas. Así fue el caso de mi hija, a la que se le dio un tratamiento no recomendado para su patología (nada grave), el cual le produjo un cúmulo de problemas orgánicos que causaron su fallecimiento.
Hasta ahí lo irrevocable, después algunos piensan que: “la familia no está bien”, que “qué pena que se encuentren en esa situación psicológica...”. En realidad, nadie sabe ni se imagina lo que pasamos, estamos pasando, o pasaremos, pero eso no es lo que importa, lo único importante aquí, es que ella no tiene la posibilidad de estar con nosotros. Además, hay personas (muchas) (facultativos, peritos...) que después han sido capaces de ofrecerse a ir a el juicio a declarar, y no voy a decir a mentir, porque no sería lo correcto, fueron a intentar ocultar la verdad. Las verdades a medias, así como la verdad fuera de contexto tiene efectos más poderosos que las mentiras.
En este caso muchas personas han confundido el corporativismo con la cobardía. Hay ocasiones en las que hay que ser honestos y sobre todo justos, y hacer lo correcto, no cubrir al compañero. Si definimos el corporativismo como la tendencia de un grupo o sector profesional a defender a toda costa sus intereses y derechos de grupo, sin tener en cuenta ni la justicia ni las implicaciones o perjuicios que puedan causar a terceros, éstas son las consecuencias que nos toca sufrir.
Ninguno de ellos demostró en ningún momento rasgo alguno de humildad y mucho menos de humanidad. Nos negaron hasta el saludo. Y qué decir de la CUN como entidad, sus únicas palabras hacia nosotros, después de conocer la sentencia, han sido por medio de su abogado hacia nuestro abogado, no para disculparse por lo sucedido, sino para pedirnos discreción.
Pueden pensar que su madre está triste, rabiosa, hundida, y quizá pueda ser así, lo cierto, es que ella, mi hija, aunque esté siempre conmigo no está a mi lado, y que necesito dar a conocer lo que yo he vivido, he sentido y siento. Además de estar en mi derecho de contar mi verdad. Esto para mí y los míos sigue siendo injusto.
La CUN como entidad no tiene ninguna repercusión por lo sucedido y sus profesionales tampoco, hay un seguro de responsabilidad que los protege y se hace cargo de su culpa, como si un dinero restituyese algo el dolor y la impotencia.
Si esto hace que solo una persona no pase por algo similar, mi objetivo estará más que cumplido.