Joseba Asiron escribió en este periódico con acierto y profusión de datos una vida ejemplar de Pamplona, la de Wenceslao Lecumberri, más conocido como Uve, habitante de la Casa Misericordia casi toda su vida. Una pequeña anécdota puede contribuir a saber que Uve, en su peculiar mundo mental, no sólo vivía la fantasía taurina y futbolística, sino que se relacionaba inteligentemente con la gente que le trataba con cariño.

En Sanfermines, las monjas de la Misericordia llevaban a sus pupilos a los toros y veían la corrida en unos asientos de grada, próximos a los de la banda de música La Pamplonesa. A la hora de la merienda, las monjas repartían los bocadillos.

Uve aprovechaba el camino a la plaza de toros para hacer alguna visita. Una de ellas era a un comercio, ya desaparecido, situado en la avenida de San Ignacio, regentado por Joaquina Igoa. Esta tenía preparada la merienda de los toros y no se olvidaba de Uve, que aceptaba con gusto el complemento alimenticio que le ofrecían todas las tardes.

Una tarde, Joaquina le dijo: “Hoy estás de suerte Uve, que puedes elegir. ¿De qué quieres el bocadillo, de magra o de ajoarriero?”. La respuesta de Uve fue tan rápida como certera: “Si te parece bien, Joaquinita, uno de magra… y el otro, de ajoarriero”.