La monarquía que existe a día de hoy en España es, en último término, el resultado de una imposición por parte de un dictador llamado Francisco Franco. La monarquía no cuenta con el respaldo de un refrendo popular democrático. En su momento Adolfo Suárez “nos la coló”, como algo incuestionable, en la intocable Constitución del 78. Nada debería venir impuesto a los ciudadanos y éstos deberían tener libertad para poder elegir la forma de Estado que quisieran.

Estos días, particularmente, y desde diferentes instancias, se ha encumbrado a una muchacha, llamada Leonor Borbón Ortiz, rebautizada por algunos como la princesa Pantène porque su imagen recuerda a la de una modelo de anuncio de champú para adolescentes pijas, convirtiéndola en la protagonista de un acto, que se ha querido sacralizar, y con el que se pretende blindar la monarquía para perpetuar, así, los privilegios de la familia Borbón.

Ello debería motivar a la ciudadanía para que se lanzara a la calle para reivindicar, con más fuerza que nunca, si cabe, sus derechos y entre éstos, no cabe duda, está el de cuestionar a una institución rancia y caduca, como es la monarquía borbónica, cuyos miembros se han caracterizado, a lo largo de los siglos, y se siguen caracterizando, por ser, a cada cual más impresentable.

Basta ya de privilegios por motivos de cuna. Nadie debería de ser más que nadie.