Hoy voy con prisas. Me encuentro cruzando todos los semáforos en rojo en una carrerilla, intentando recortar minutos por no hacer tarde a clase. En mi recorrido de diez minutos me cruzo con una media de 8 semáforos por la capital.

Y me pregunto cuánto tiempo hace que no me tomo el tiempo de esperar que todos los semáforos cambien a verde antes de avanzarme y poner un pie a la calzada. Miro a mi alrededor, y veo reflejada en los otros mi misma situación. Todo el mundo tiene prisa.

Prisa, y carencia de paciencia; porque cuando tenemos tiempo, es la necesidad de inmediatez el que nos mueve.