En estos tiempos de defensa del euskera, recuerdo una curiosa anécdota. Existe un documento del siglo XV en el archivo de la Catedral de Pamplona donde se lee que los canónigos afirmaban que el euskera fue la lengua del paraíso terrenal. La Catedral situada en la Navarrería siempre habló euskera, tanto los obispos como los canónigos, hasta que el funesto Católico invalidó la elección, por el Cabildo, de obispo de Pamplona del navarro Remiro de Goñi, “porque ningún navarro podía desempeñar cargo importante”. ¿Seguimos hoy igual? Hace unos días ha sido nombrado arzobispo de Pamplona un turolense ¿se exige, por lo menos, dominar las dos lenguas oficiales de Navarra? Habría que introducirse en la mentalidad de los canónigos en aquella época para entender sus ideas. Se ve, por ese documento, que la Catedral valoraba el euskera y que puede que sea la primera vez que se tiene en cuenta la antigüedad de nuestra lengua.

Parecida noticia leemos hoy en la Mano de Irulegi. Pero además nos topamos con la Biblia, la verdad incuestionable; para aquellos canónigos la Biblia no era sólo un libro religioso, sino que contenía la ciencia de la época. Claro que hasta nosotros mismos aprendimos de pequeños que Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó. Leí que un grupo de Estados Unidos defiende hoy que los dinosaurios, lógica bíblica, murieron ahogados en el diluvio universal porque, al ser tan grandes, Noé no pudo meterlos en la barca. Volviendo al tema, según la Biblia el mundo por las genealogías que aporta se creó hace algo más de 4.000 años. El euskera es mucho más antiguo (vaya lío), la Mano de Irulegi nos habla de más de 2.000 años, según el Aita Barandiarán 7.000, y afirman genetistas que existía un protoeuskera en la última glaciación hace 12.000 años. ¿O es que aquellos ínclitos canónigos tenían razón? ¡Ja, Ja! La verdad es que sentían la antigüedad de nuestra lengua.