Escribo esta carta porque me preocupa cada vez más la tendencia del Black Friday. Cada año se extienda más de friday a Black Week o incluso Black Month, cosa que contribuye a una cultura de compra compulsiva, impulsando a los consumidores a decisiones impulsivas. ¿Por qué no mantener precios reducidos todo el año si las empresas pueden permitírselo? 

Personalmente, durante estos días no puedo evitar cuestionarme la transparencia en la fijación de precios. Algunas marcas pequeñas que no pueden competir con grandes superficies, ya optan por no participar, destacando la importancia de políticas de precios coherentes. Sugiero reflexionar sobre el rumbo del Black Friday y considerar enfoques más sostenibles y éticos para promover un consumo reflexivo.