Lo expuesto es consecuencia de cierta reseña de Félix Monreal en la que citaba insultos que difícilmente se pueden erradicar si no se le pone remedio. Hay regiones en la península Ibérica donde “hijo puta” es casi habitual.

Lo que me sorprende es que hoy en día, en algunos ámbitos como es la política y los políticos, utilicen semejantes expresiones. Y más personas a las que se supone un nivel intelectual por encima de los corriente. Se sobreentiende. Ocupar puestos de cierta relevancia, el grado, por alto que sea, no otorga poderes para expresarse con palabras soeces e insultantes. Sabiendo que son el blanco de los medios de comunicación, deberían cuidar el lenguaje. Más de una vez he desconectado la televisión para no escuchar sandeces y palabrotas. Hace mucho tiempo hubo quien recetaba apagarla para beneficio de nuestra salud mental.

Años ha felicité a Antxon Villaverde en este mismo medio por su escrito a propósito del lenguaje. Decía que será dura la tarea de modificar hábitos, costumbres que se adquieren en determinados entornos. Si nos empeñamos, se podría conseguir. Para beneficio de nuestros oídos.

Para modificar maneras adquiridas, ¿por dónde se empieza? Los más cercanos son los padres. Y si no están capacitados, se confía la labor a los enseñantes. La tarea será costosa e intensa. No es fácil. Pero sería un gran logro. La caminata más larga empieza paso a paso. “Trata a tu prójimo como desees que te traten a ti” (Confucio 551 a.C.)