A finales de 2023, la incidencia de gripe y covid-19 en el mundo era muy elevada. Según la OMS, se estima que a primeros de diciembre de 2023 el número de personas afectadas en el mundo eran 10,2 millones por gripe y 10,7 millones por covid-19. La gripe A era la principal causa de infecciones respiratorias agudas. La OMS señaló que esta elevada incidencia de enfermedades respiratorias agudas se debía a una combinación de factores, entre los que se encontraban la relajación de las medidas de salud pública, la aparición de nuevas variantes de gripe y covid-19, así como la falta de vacunación en algunas poblaciones.

En España, a final de año, los casos de gripe y covid eran muy elevados. La tasa de incidencia de enfermedades respiratorias agudas en Atención Primaria se situó en 908,6 casos por 100.000 habitantes, lo que supone un aumento del 12,7% con respecto a la semana anterior. También la gripe A era la principal causa de infecciones respiratorias agudas, con una incidencia de 801,2, unido a covid-19, con una incidencia de 97,4, ambos datos por 100.000 habitantes. En este lío de nombres, números y variantes, seguimos secuestrados por unos virus que no dejan de innovar nuevas formas de afectar a nuestros maltrechos organismos.

El caldito de la abuela, a poder ser de pollo, junto al recetario de infusiones, siguen siendo las mejores recomendaciones, porque a pesar de los avances y vacunas que hemos tenido, seguimos aprendiendo que no podemos bajar la guardia ante los ataques virulentos de los agentes patógenos. Al igual que los efectos del cambio climático son globales, las enfermedades contagiosas no entienden de fronteras ni de divisiones administrativas.

La movilidad, las fiestas y celebraciones pasan factura a través de los contagios infecciosos, que nos hacen pensar de nuevo que la mascarilla de hace unos cuantos meses no está pasada de moda. Nuestro cuerpo sigue precisando de armadura para poder evitar los secuestros víricos. Es el nuevo ser humano del presente siglo, al que, si le ponemos las gafas de sol y las cremas de protección para protegernos de los rayos solares, junto a los cascos inalámbricos de los móviles, no seríamos reconocidos por nuestros antepasados. ¿Nos esperan nuevos accesorios?