Desde luego no ha sido la mejor entrada de año, así reflexionaba tumbado en mi cama de la tercera planta del pabellón H, al ingresar el 1 de enero para someterme el día 2 a una intervención de extirpación de un tumor cancerígeno. Esta historia que comenzó el 18 de julio cuando el tumor se rebeló y hubo que emplearse a fondo con él, va para largo pensé.

Durante todo el proceso, diagnóstico, tratamiento y los quince días que estuve ingresado, fui ayudado, sostenido y animado, no me cansaré de repetir, por un equipo maravilloso, tanto en lo profesional como en lo humano, de celadores, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza y médicos. Todos de a 10, a los que desde lo más profundo de mi corazón solo puedo decirles gracias.