El día 30 de enero de 2024, las tres principales organizaciones agrarias españolas, Asaja, COAG y UPA, anunciaron que se sumarían a las protestas del campo francés, iniciando movilizaciones conjuntas en toda España a partir de la semana siguiente. Esta decisión se tomó en respuesta a la situación que atraviesa el sector agrícola en ambos países, que se caracteriza por una baja rentabilidad, una elevada competencia internacional y un aumento de los costes de producción. 

En el caso de España, los agricultores están especialmente preocupados por el acuerdo de libre comercio entre la UE y Marruecos, especialmente en hortalizas y frutas, al considerar que pone en riesgo la producción nacional. 

En el país galo, los agricultores han bloqueado carreteras y autopistas en protesta por la misma situación, y lo están sufriendo nuestros transportistas, con interminables jornadas de espera, para poder entregar sus envíos. Pero estos dos países no son los únicos que se manifiestan. 

En Alemania, desde el pasado 21 de diciembre, los agricultores germanos se han lanzado a la calle, ante los recortes al subsidio del diésel agrícola. Italia y Polonia también se han sumado a estas protestas del sector agrícola, por las mismas razones que en España y Francia. Europa está siendo un polvorín en la producción de alimentos, al seguir manifestando las quejas de este sector tan imprescindible para la economía del viejo continente. 

Sin duda, el cambio climático está teniendo repercusión en estas manifestaciones, al que se añade el mundo globalizado que estamos teniendo desde hace tiempo. A esta situación se le une la edad media de 61,4 años de los agricultores en España, donde los menores de 35 años representan el 15% del censo de agricultores. Hoy, estamos hablando de estas movilizaciones, y en pocos años, hablaremos de falta de trabajadores agrícolas. El relevo generacional va a ser un problema importante en el campo, la pesca y el transporte. Ante esta situación, la pregunta sigue siendo la misma, ¿cómo nos alimentaremos en la próxima década? ¿Estas manifestaciones tendrán repercusión en las elecciones europeas de junio? A la pérdida de competitividad mundial de la industria europea, se le une la de los alimentos. ¿El viejo continente será un territorio de servicios? Vamos camino, de como dice el dicho: “quién te ha visto y quién te ve, mi querida Europa”.