Hace unos días leía la noticia de que se iba a implantar un nuevo tren entre Pamplona y Zaragoza. La presidenta presentaba este tren como una mejora de accesibilidad y aumento de plazas. Como usuaria habitual de esta línea, me alegró la noticia, ya que entendí, ilusa de mí, que el tren mejoraría tal y como había explicado la presidenta del Gobierno.

Este fin de semana pude estrenar el maravilloso tren que nuestros políticos nos presentaron hace unos días. Un tren heredado de otra comunidad, pero no un tren cualquiera, sino un tren de cercanías diseñado para distancias cortas y no para un trayecto de dos horas y veinte minutos, que es lo que cuesta ir de Pamplona a Zaragoza en esta línea.

Tras realizar el trayecto se me presentaron varias preguntas: la primera es qué mejora de accesibilidad tiene un tren que entre vagón y vagón tiene escalones interiores, en qué mejora un tren que tiene menos plazas sentadas y por lo tanto la mayoría de los viajeros tienen que ir de pie y que de las pocas plazas que hay para sentarse, la mitad de ellas van en contra dirección de la marcha. También me pregunté dónde encuentran la comodidad en unos asientos con escasa confortabilidad ya que están diseñados para trayectos cortos y no para un trayecto de la duración de esta línea. La única respuesta que encontré es que no se han montado nunca en este tren, que nunca han tenido que correr para coger un asiento porque se arriesgan a tener que hacer el trayecto de pie o sentados en el suelo, que nunca han tenido que viajar dos horas y veinte minutos en unos asientos duros y pequeños y, si tienes suerte, que no vayan en contra dirección a la marcha.

Pero claro no todo va a ser negativo, también puedes viajar gratis Pamplona a Zaragoza porque evidentemente el revisor no puede controlar a toda la gente que está de pie.

Así que este es, palabras textuales, “el modelo de cercanías de última generación más moderno y amplio” que nos brindan nuestros representantes políticos.