Don Florencio: Usted llega a la Comunidad Foral con una vitola espléndida: cura social amigo de los pobres. Lo acogemos con enorme esperanza y con expectación. Llevamos 30 años de apaleamiento eclesial y hemos desarrollado anticuerpos. La Iglesia navarra es un ente clericalizado y decadente, fosilizado y machista, autoritario y anti-Francisco, con curas importados y corpúsculos extraños traídos por los gerifaltes eclesiales.

Una Iglesia rica en dinero -inmatriculaciones antievangélicas y nula transparencia fiscal- pero pobre en amor. Amiga de prebendas financieras, sin ímpetu profético, evasora de impuestos (la mayoría de creyentes no lo unen a la fe), carente de mística y experiencia teologal. Hasta que ha llegado usted, aquí no se oía hablar de presos, solo los de ETA, porque para ellos, al parecer, no hay perdón de Dios.

Aquí todo el mundo vive como Dios y presume ser generoso con Cáritas dando algo de lo que previamente hemos robado a los pobres. No se deje engañar. Compruébelo usted mismo. La mayoría de cristianos no tiene una fe formada ni conoce las Escrituras. La juventud en la Navarra vaciada está abandonada y sin un acompañamiento acorde a sus vivencias. Fuera sacramentalidad, hablo de evangelio. Los viejos: otra área descuidada. Residencias, pensiones, cuidados femeninos, desatención y muertes encubiertas...

Es preciso un análisis con y desde ellos como sujetos de justicia, no como inválidos objeto de caridad y en colaboración con colectivos sociales que trabajan por sus derechos. Y una respuesta contundente. Esto no es la España cañí, espero que respete nuestra lengua y se inculture. Tenga en cuenta que no ha sido elegido por la Navarra cristiana y todo irá bien. Mucho ánimo.

Don Florencio: De Luzaide a Cortes, un gran abrazo foral.