Cuando por ética, esa que la derecha carece, en 2022 dimitió ya lo advirtió: “Esto pasará a la historia de la infamia política, jurídica y mediática”. El juez, dos años después, no ha encontrado “un solo indicio de que se dictaran instrucciones u órdenes para ocultar los hechos”.

Mónica Oltra, azote del corrupto PP valenciano, fue sometida sin ningún indicio a un linchamiento moral público por la totalidad de la caverna más reaccionaria política, mediática y judicial, que la consideró un objetivo más -ya ocurrió con Victoria Rosell, Alberto Rodríguez, Podemos…- para obtener el poder.

El daño está hecho y es imposible repararlo. Tanto, que tuvo consecuencias electorales. Al archivo de la causa deberían dedicarle las mismas portadas, titulares y tiempo de tertulias que en su día a la ignominia. ¿Pedirán perdón? Es retórica pura, claro que no. Jamás lo hacen.

La justicia no actuó igual con un tal M. Rajoy, del que jamás se supo quién era. Así, lenta y sesgada, la justicia no es justicia.