Sirvan estas líneas para expresar nuestro apoyo a las profesoras y profesores de los IES que están desarrollando la labor de educar a nuestros hijos en condiciones dificilísimas de sobrecarga y que además, presumiblemente han sufrido, están sufriendo y posiblemente sufrirán abusos en el ámbito laboral, atropello moral e incumplimiento sistemático de las más elementales normas éticas de convivencia. Sabemos de lo que estamos hablando.

Señalamos a los autores de estas prácticas como responsables legales últimos aunque se amparen en la jerarquía, la legislación o el sistema. Ponemos de manifiesto sus motivaciones espúreas (ligadas en muchos casos al interés privado), su falta de compromiso con el alumnado, su carencia de la más elemental deontología y, en definitiva, una mala praxis profesional generalizada. Se han hecho acreedores de una corrección fraterna por su falta de virtud.

Apuntamos además a los profesionales encargados de inspeccionar y/o velar por la salud laboral en el ámbito educativo por su inoperancia en el mejor de los casos y por su complicidad en el peor. 

Finalmente añadimos que el abuso se da porque el entorno lo permite: si el entorno, las compañeras y compañeros no lo toleran, no es posible. Sabemos que hay mucho miedo, pero cualquier pequeña superación del temor puede generar un gran incremento en la libertad individual; ¿acaso no es eso educar?

*Marisol San Martín, Magdalena Matute, Miguel Saenz (jefes de departamento), profesores y exprofesores del IES Barañain