Hace lustros que España necesita un nuevo modelo de financiación autonómica. Esto lo saben Feijóo y hasta el papa de Roma. De hecho, fue Feijóo quien en 2012 prometía “no descansar hasta lograr una nueva financiación autonómica”, y en 2016 reiteraba que era difícil “explicar que a Cataluña no se le dé un concierto económico cuando lo tienen vascos y navarros, estoy de acuerdo. Estas cosas se pueden cambiar, plantear y discutir”.

No es tarea fácil ni cómoda, pero el modelo está caduco y debe revisarse. Así que, a ello, sin descansar, hiperventilar ni rasgarse las vestiduras, sino con propuestas realistas y solidarias entre territorios. Y las comunidades, como la de Madrid que, gracias a su capitalidad, con una mano hacen dumping fiscal despojando deslealmente riqueza al resto de comunidades al bajar impuestos a ricos y grandes empresas a costa de recortar sanidad y educación, mientras que con la otra exigen más financiación, deberían verse contundentemente perjudicadas por su vileza.