Sensacionalismo y prensa del corazón
Los espectáculos televisivos en los que ya no existe el derecho a una vida privada están integrados por personajes caricaturescos que se guardan pullas sobre la vida del tertuliano de enfrente. Tras la entrada de televisiones privadas de emisión pública, muchos nos criamos viendo Crónicas Marcianas y Gran Hermano. En este, como en muchos otros programas de televisión moralmente repudiable, se ha ido acabando con el concepto de privacidad de los jóvenes y los no tan jóvenes. Hoy intentan emular ese comportamiento, haciendo todo lo que sea necesario para recibir un like. Da igual la televisión que el móvil. De hecho, ahora nadie te tiene que invitar a formar parte del show. Se genera dinero de forma instantánea a partir de los mil likes.
Los llamados influencers no han aparecido para acabar con los antiguos programas del corazón. Ahora el espectador puede consumir televisión rosa y elegir entre las plataformas de Facebook, Tik-Tok, Instagram (…) para vender su propia vida.
Los programas de televisión sensacionalistas duran horas y facturan más que cualquier otra cadena que emite otros contenidos. Son pegadizos y aunque el fútbol y la política han intentado emular su funcionamiento, no lo logran. Las actuaciones de los integrantes de los programas sensacionalistas juegan con la ausencia de límites. Salvo pegarse pueden hacer todo lo que quieran, aunque pensándolo bien, alguna vez les hemos visto pegarse y frecuentemente, insultarse.
Me recuerdan a las peluquerías que relata Almodóvar en los pueblos ahora ya prácticamente desaparecidos. Cuchichear sin límites sobre la vida del vecino. Hacer conjeturas sobre quién es gay, quién es el cornudo o la cornuda del pueblo o sobre cuál es la familia más adinerada del pueblo. Pero se es mucho más transgresor en los talk-shows que en una película de Almodóvar. A transgredir los límites de la moral no les gana nadie. Quizás porque para emitir los realizadores tienen que olvidarse de cualquier responsabilidad editorial. ¿Qué hace el defensor del pueblo?