Cuando se menciona a personas que tienen prejuicios siempre los prejuicios se enfocan en la misma dirección de causa y efecto. Cuando una persona no acepta una circunstancia o a personas que no tienen valores porque va en contra de sus sentimientos, personalidad, experiencia, gustos, valores o expectativas de vida se dice de ella que tiene prejuicios, se la maltrata y culpabiliza.

Cuando una persona está segura de sí misma, tiene buena autoestima y valía entonces es cuando surge de nuevo el maltrato injustificado.

En la vida hay que ser conscientes de que no todo ni a todas las personas se las puede perdonar. Cada persona debe seguir con su vida y centrarse en cosas y personas que valen la pena. Muchas veces las personas que creemos que son peligrosas porque tienen mucha vida son personas que han ayudado aunque no como ellas tenían planeado. A veces un buen consejo vale más que un acto de indiferencia y maltrato.

La justificación en la palabra no es excusa, los hechos son los que valen. La conciencia humana también vale y los límites también. En cuanto a nuestra valía, aceptarnos, aceptar, respetarnos y respetar es sinónimo de no retorno. Sinceramente, la sociedad debería ser comparada con la limpieza de una casa, cuanta más limpia esté menos gérmenes y esporas reproductivas.