89 segundos
Me despierto y reviso mi móvil. Leo la noticia donde una startup de IA China, DeepSeek, ha desbancado a la todopoderosa NVIDIA estadounidense. Una empresa de 10 empleados frente a un imperio. Hace poco encontré, en el nuevo libro de Xacobe Pato, Seré feliz mañana, que “la realidad, supongo, no es tanto una cárcel como un carcelero”. Y estoy de acuerdo. Mientras Trump y Elon Muskjuegan con las llaves de hierro, nosotros no prestamos atención a lo que Janina Iwánska, superviviente de Auschwitz, dijo en el 80º aniversario de la liberación: “Si Europa quiere evitar la destrucción, su gente debe anticipar mejor las consecuencias de sus acciones”. Un mensaje amargo, tenaz y conciso, de quien vivió atrapada entre alambradas. Quizá necesitemos más voces que se alcen. Voces que nos liberen, que nos hagan escapar. Lo último publicado en los medios es que el reloj del fin del mundo sitúa a la humanidad más cerca del apocalipsis que nunca. Exactamente a 89 segundos de la medianoche. Exactamente cuando se han firmado tratados para la creación de centros de detención para inmigrantes antes de ser deportados, y el gesto de Musk y sus discursos copan las portadas y redes sociales del mundo. Esto es real, no ciencia ficción.