A Confucio, filósofo chino que vivió cinco siglos antes del nacimiento de Cristo, se le atribuyen muchas citas de carácter educativo que mantienen su vigencia en nuestro moderno mundo del siglo XXI. Son sentencias que, pese al correr del tiempo, no pierden ni un ápice de validez para cualquier época histórica. Una de ellas dice que “hay que educar a los hijos con un poco de hambre y un poco de frío”. Lejos del propósito del maestro de negar a los vástagos la comida y la fuente de calor, el metafórico aforismo se dirige a mostrarles el valor, no solo material, de las cosas, así como la importancia del esfuerzo y la responsabilidad personal para alcanzar los objetivos. Esta pauta educativa, 2.500 años después, no ha perdido vigencia y mantiene, como mínimo, la misma necesidad de ser llevada a la práctica que en los tiempos del pensador chino.

En los distintos contextos donde jóvenes y niños se desarrollan, es muy frecuente detectar actitudes nada constructivas, pero en ocasiones demasiado arraigadas. No son extrañas las pataletas de los pequeños ante la frustración o la respuesta negativa en relación con sus deseos. También resulta habitual observar en ellos dificultad para aceptar límites e indicaciones con fin educativo. Cuando van creciendo, la tendencia a obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo y de la manera más rápida posible, es algo que en las aulas se percibe de forma no totalmente generalizada, pero sí en un grado que puede generar cierta inquietud. Esta predisposición suele ser consustancial a la naturaleza humana, por lo que es preciso pulirla a través de la educación de la voluntad.

Contexto

Es cierto que nada tiene que ver nuestra sociedad con la de Confucio pues, entre la multitud de diferencias, hoy disponemos de medios tecnológicos que facilitan el trabajo y reducen asombrosamente el tiempo de espera para encontrar lo que buscamos. No obstante, la esencia de la formación humana no ha cambiado tanto y hábitos de la mente como la paciencia, el esfuerzo, la tolerancia a la frustración, la persistencia y otros muchos siguen siendo tan necesarios y beneficiosos como lo han sido siempre. Su importancia no ha cambiado, lo que varían son las circunstancias del contexto histórico, así como las herramientas para transmitirlos y hacerlos anidar en la personalidad de los educandos.