Eterna espera con la justicia navarra
El sistema judicial debería ser el lugar donde se encuentra la verdad y la reparación de los daños. Sin embargo, para mi familia la realidad está siendo otra muy diferente. Después de siete aplazamientos de fecha para la celebración de un juicio, aquí en Navarra la justicia no llega, provocando en mí una gran sensación de impotencia y frustración.
Es inevitable preguntarme, ¿por qué la justicia tarda tanto? Cada día de espera no solo es un ejercicio de paciencia, sino una verdadera prueba de resistencia emocional para todos.
Las víctimas y sus familiares no solo buscamos justicia, sino que deseamos ver que quienes han hecho daño sean responsables de sus actos.
La sensación de impotencia es más fuerte cuando la justicia, en lugar de ser el remedio, parece prolongar aún más el sufrimiento, ya que los procedimientos se alargan, los plazos se incumplen, todo son trabas, y al final… ¿quién paga el precio? Son las víctimas y sus familiares quienes debemos soportar un dolor que, en lugar de aliviarse, aumenta con el paso del tiempo.
La rabia no es solo un sentimiento personal, sino también un reflejo de un sistema que, en lugar de proteger, termina maltratando.
Y tampoco es una cuestión de sentir que la justicia no llega, es una cuestión de que la confianza se pierde en un sistema que debería ser eficiente, ágil, transparente y justo; ya que la indignación y la rabia no desaparecen con palabras, sino con hechos.