Viajo a Madrid, como los últimos años, para visitar la Semana de la Educación que se celebra en IFEMA. Lo primero que descubro, como si fuera algo nuevo, es que la tecnológica, la IA, programación y demás formación audiovisual son las ofertas más atractivas de la feria. Me muevo por los stand escrutando cada palabra, infografía y plataforma formativa, dando cada dos por tres con gafas de realidad virtual, programas de geolocalización y demás inteligencias artificiales. Todo para captar lo moderno. Enfrente, otro eslogan, moderno también, Aprende más, estudia menos o hackea tu cerebro. Desolador. Entre tanto, comerciales te abordan para venderte lo último en cuanto al paraíso que todo adolescente tiene que encontrar. Te dicen: “esto es para los jóvenes, que están perdidos. No saben lo que quieren estudiar. Para ello, tenemos un programa de IA que con prácticas virtuales y una conversación, les dice hacia dónde tienen que orientar su futuro”. Paradigmático. Veronica Roth estructuró en su novela Divergente un ideal de gobierno platónico. Te analizan y te colocan en el puesto que debes acometer. Ciencia ficción. Ahora ya real. La individualidad y la pasión al alcance de unas gafas virtuales, un clic y etiquetado para toda la vida. Me salgo, que yo ya no encajo.