Quisiera expresar mi más sincero reconocimiento a nuestros dirigentes por su magistral habilidad para convertir la joya de la corona del Estado de bienestar, nuestra querida sanidad pública, en una reliquia digna de museo. Es realmente admirable cómo han logrado que la satisfacción de los españoles con el sistema sanitario haya descendido del 67% al 46% desde la pandemia.
La estrategia de inacción y parsimonia ha dado frutos notables: listas de espera interminables, profesionales al borde del colapso y ciudadanos que, en un alarde de paciencia, esperan días para ser atendidos por su médico de cabecera. Es especialmente encomiable cómo han conseguido que casi la mitad del gasto sanitario sea gestionado por la sanidad privada, permitiendo así que la salud de los ciudadanos dependa cada vez más de su capacidad económica. Además, la confusión generalizada sobre la financiación de la sanidad pública es otro logro destacable: que el 49% de los españoles desconozca que se financia con sus impuestos demuestra una comunicación institucional digna de elogio.
Por todo ello, felicito a nuestros responsables por su compromiso inquebrantable con la desidia y les animo a continuar en esta senda, no vaya a ser que, por error, la sanidad pública recupere su esplendor y vuelva a ser motivo de orgullo nacional.
Gracias. Un votante cabreado.