Los libros, además de entretener, acompañar y hacernos viajar a otros mundos y lugares, suelen enseñar cosas. En los libros, y también observando la realidad, bien en una novela, en una biografía, en un ensayo o incluso en un cuento, en ocasiones parece que el mundo avanza a golpe de azar o bien de decisiones de los poderosos, a veces caprichosas, en otras por intereses no del todo explicados. Sin embargo, los libros también nos dicen que incluso los tiranos, los dictadores, han necesitado la cooperación de otras personas, hemos conseguido avanzar siempre gracias a la cooperación.
Hoy, que nuestra sociedad occidental es cada vez más individualista, creo que la única forma de progresar, de crecer es cooperar, es buscar el interés común, ser sensible al sufrimiento ajeno, dejar el egoísmo y recordar que la vida, en muchas ocasiones injusta y cruel, es mucho más que guerras, aranceles apagones o sucesos que están más allá de nuestro alcance. Los libros también nos recuerdan esto. La lectura nos permite viajar, conocer, nos entretiene y en ocasiones nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea. Los libros, los periódicos, han sido siempre mi ventana al mundo. Un mundo que me cuesta entender, pero que gracias a ellos y a lo que sus autores cuentan, puedo intentar comprender.
La elección que cada uno de nosotros y nosotras haga de sus lecturas o de la ausencia de ellas es libre, pero quizá una situación, como la vivida el día 28, nos sirva para darnos cuenta que quizá un buen libro acompañe más que la tecnología en una sociedad hiper conectada, que, sin embargo, no nos libra de la soledad, algo que un libro sí puede lograr.