Reb (maestro) Jaím de Zans era cojo de la pierna derecha. Sin embargo, cuando oraba lo hacía con tal fervor que saltaba sobre dicha pierna, totalmente absorto en la unión con Dios.
Un día fue a visitar la comunidad de reb Naftalí de Ropshitz, donde se adhirió tan firmemente a la adoración a Dios que saltó con un solo pie, bailó y giró sobre su pierna mala una y otra vez. Pasó casualmente por allí la esposa del reb Naftalí y vio lo que estaba sucediendo. Entonces se quejó a su marido diciendo: “¿Dile que baile con su pierna mala? Dile que baile con su pierna buena”.
Reb Naftalí respondió: “Mi dulce esposa, si reb Jaím supiera con qué pierna está bailando, te aseguro que yo le hablaría en el sentido que indicas. Pero, ¿qué puedo hacer si, en su apasionado amor a Dios, ya no recuerda que está cojo?”-
Cuando rem Jaím recordaba que principalmente era hijo de Dios antes que cojo, se convertía en un amante estático de Dios, olvidaba las limitaciones de su pierna lisiada. Si quieres llegar a recordar quién eres realmente -la manifestación de Dios aquí y ahora-, primero debes olvidar quién crees ser.