El reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial advierte que, con gran probabilidad, al menos uno de los próximos cinco años será el más cálido jamás registrado, y podríamos superar temporalmente el umbral crítico de 1,5 °C. Este no es un dato técnico: es una señal de alarma.
El calentamiento global ya está generando impactos graves: sequías, incendios, lluvias extremas y pérdida de biodiversidad. No se trata de un futuro lejano, sino de una realidad presente que exige cambios urgentes en nuestras actividades cotidianas.
Como sociedad, debemos actuar. Es imprescindible reducir el uso de combustibles fósiles y apostar por energías renovables. El transporte debe orientarse hacia alternativas limpias y compartidas.
En la alimentación, reducir el consumo de carne y evitar el desperdicio son pasos clave. Además, urge proteger los bosques, fomentar una agricultura sostenible y adoptar un consumo más responsable.
Cada decisión cuenta, pero también es vital exigir a gobiernos y empresas políticas climáticas ambiciosas y coherentes con la magnitud del desafío.
Ignorar este informe sería una forma de complicidad. El planeta no necesita más advertencias; necesita acción. ¿Hasta cuándo seguirá el bla, bla, bla de los políticos?