Policía Nacional, bilingüismo
En los años 80, de excursión por los Pirineos, coincidimos con un grupo proveniente de una pequeña localidad vasco-francesa. El ambiente era festivo. Les acompañaba un agente (no recuerdo si de la Gendarmerie nationale o de la Police nationale), natural del pueblo. Según nos dijeron, debido a un problema familiar grave, el hombre estaba afectado por una fuerte depresión. Me llamó mucho la atención la delicadeza y afecto con el que lo trataban sus vecinos. La forma de ayudarle que tenían.
La distinta trayectoria histórica de España y Francia explicaba las diferencias que se daban entonces en relación con las fuerzas del orden a ambos lados de la frontera. Felizmente, las cosas fueron cambiando aquí poco a poco. Este siete de julio, inicio de las fiestas de San Fermín, me encontré con cuatro policías nacionales a caballo. La estampa era inusual y les pedí permiso para sacarles una foto. Accedieron amablemente y se colocaron para posar.
Hay, claro está, ámbitos en los que seguir mejorando. A diferencia de lo que ocurre con los ayuntamientos, comunidades autónomas o administración civil del Estado, en las zonas bilingües de España, la rotulación de las fachadas de las comisarías están tan solo en castellano. Tendrían que utilizar también el catalán/valenciano, gallego o euskera, en las autonomías donde estos idiomas son cooficiales. Es algo obvio. Tampoco es una petición extraña. El portal web de la Policía Nacional ya ofrece la opción de ser leído en los demás idiomas.
Los agentes deben ser percibidos como algo próximo y propio, lo mismo que sucede con la Policía Foral (Foruzaingoa) o la Policía Municipal de Pamplona (Iruñako Udaltzaingoa). Para ello es preciso acomodarse plenamente a las normas y valores del estado democrático.