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A Joseba Asiron sobre el antiguo Iturrama

A Joseba Asiron sobre el antiguo IturramaArchivo

Señor Asiron, permítame que le responda a su artículo sobre el antiguo Iturrama:

En los años 80 a casa Emeterio, como usted la denomina, ya no le quedaba oxígeno en aquel entorno donde las exigencias urbanísticas, a las que usted alude, se habían impuesto.

A los que peinamos muchas canas y nacimos en aquel barrio, nos robaron el encanto de vivir en una gran familia, e incluso el de los nombres de algunos lugares.

El estanco con Agustina, su hermana Emilia, su hermano Emeterio y su cuñado Eulogio era el lugar a donde íbamos a llamar por teléfono, a comprar medio litro de aceite, una vela, un paquete de Ideales, unas galletas de “coco” a granel o una barra de regaliz de Zara e incluso un trozo de hielo para refrescar en casa el vino en un pozal.

Aquella abnegada familia nos atendía siempre con cariño mientras algunos hombres jugaban la partida en la trastienda a la fresca en verano o con la estufa de leña en invierno.

Debo aclarar que en aquellos años 60 nos dirigíamos a las personas mencionadas con el señor o señora por delante porque la edad tenía un plus de reconocimiento.

El estanco fue mucho más que el juego a la rana, señor Asiron, aunque algunos transmitan esa única imagen de tan entrañable establecimiento. Y en aquel barrio, al que las exigencias urbanísticas o el interés privado no respetó, crecimos, nos educamos felices y se sacaron títulos universitarios estudiando al calor de la lumbre.

Señor Asiron, aunque dé la impresión de que estoy cogiendo el rábano por las hojas le diré que, de la misma manera que nosotros, también fueron felices los vecinos del Casco Antiguo de “esta gloriosa ciudad” hasta que los actuales ayuntamientos se percataron de que la sensibilidad que usted menciona no era rentable, dejándola en el olvido sin todavía hoy visos de recuperación a pesar de las llamadas de auxilio del vecindario y al parecer sin tiempo o voluntad de hacerse una composición de lugar al respecto.

Como desapareció el estanco en Iturrama, señor Asiron, van desapareciendo los familiares comercios de las calles de los tres burgos, sustituidos por ruidosos abrevaderos de alcohol ante la indiferencia y la carencia de sensibilidad de los distintos colores de los ayuntamientos. En consecuencia, llevándose por delante la sencilla y familiar vida que caracterizaba al entrañable Casco Antiguo de la ciudad, mientras quienes toman serias decisiones buscan el reposo alejados del lugar donde entiendo que deberían estar, rodeados de sus conciudadanos y probando de primera mano sus problemas.

Un respetuoso saludo.