Los dos partidos que se disputan el futuro gobierno en España tiene más de irresponsables que de patriotas. Aunque esta constatación es políticamente incorrecta responde a su actuación en los debates de la nación que hemos tenido que sufrir los contribuyentes que, dicho sea de paso, pagamos sus emolumentos.
Así, mientras, hay una pobreza de la clase trabajadora que apenas llega a fin de mes con el sueldo recibido por la inflación galopante (que no lo refleja el IPC por haberse manipulado su calculo para evitar alarma social ya que las magnitudes correspondientes a la vivienda o a los precios alimenticios que quedan compensados por otros precios).
Mientras, es necesario pactar una ley que facilite la vivienda a los ciudadanos y solo puede nacer de un acuerdo entre estos partidos que recoja entre otros los siguientes puntos:
- Liberalización del suelo.
- Exoneración de impuestos a la construcción de viviendas.
- Investigación sobre nuevos métodos de construcción que reduzcan los plazos de ejecución sin menoscabo de calidad.
- Garantía a los propietarios de las viviendas para facilitar el acceso responsable a las mismas , incluso con responsabilidad solidaria por parte del estado o de la administración autonómica.
- Deducciones fiscales por la compra de viviendas.
- Deducciones fiscales a los propietarios que alquilen viviendas a jóvenes.
Estos son algunas medidas consideradas como positivas, el problema es que hasta ahora solo se toman medidas coercitivas que restringen la oferta y por ende no solucionan o incluso agravan el problema.
Hay otros problemas, como el aumento del consumo de alcohol por parte de jóvenes incluso menores de edad.
Otro punto caliente es la migración. Las posturas de los dos partidos mayoritarios se emplean como arma en contra del adversario y no solucionan un problema que afecta tanto a migrantes como a posibles empleadores por la cantidad de trabas a ambos. No se ha planteado tampoco la creación de centros de formación en los estados de origen o intermedios para la cualificación laboral de los emigrantes económicos. En fin, los partidos se pelean entre sí como en el juego de las sillas, que en cuanto se levanta alguien otro ocupa su lugar. Aunque en nuestro caso, en vez de haber cada vez menos sillas hay más.