El sábado 28, ante una fuerte recaída en mi patología cervical, acudí a urgencias. Fui atendido con amabilidad por la persona de control y cuando me tocó el turno, por dos enfermeras y una doctora, que con profesionalidad, y tras una exhaustiva exploración de mis cervicales y espalda, instaron a la enfermera a ponerme sendas vías intravenosas de analgésicos y corticoides.

Estuve constantemente atendido y vigilado hasta que la doctora constató mi mejoría, me dio el alta y la pautas de medicación a seguir en mi domicilio. Sinceramente, me siento muy afortunado por la calidad humana y profesional con la que fui atendido. Es el mejor destino a los impuestos que pagamos los/las contribuyentes, para tener una sanidad pública de calidad. Tener esta sanidad es nuestro mejor patrimonio, una sanidad pública robusta porque fortalece la confianza en la democracia, la igualdad de oportunidades y en la institución médica.