Soy estudiante de segundo de Bachillerato y, como muchos compañeros, estoy viviendo estos meses con bastante estrés por la preparación de la PAU. Desde que empezó el curso, todo gira en torno a los exámenes: notas, temarios, simulacros… Apenas hay tiempo para descansar o disfrutar del aprendizaje, porque todo se resume en sacar una buena nota para entrar en la universidad.

Lo peor es la presión que sentimos. Profesores, familias y nosotros mismos nos repetimos que “nos jugamos el futuro”, y eso genera una ansiedad enorme. Muchos compañeros han tenido problemas de sueño o incluso ataques de nervios antes de los exámenes.

Creo que habría que replantearse el sistema. La PAU no debería ser una carrera contrarreloj, sino una oportunidad para demostrar lo aprendido sin que la salud mental se resienta. Al final, somos jóvenes que intentamos construir nuestro camino, y merecemos hacerlo sin miedo constante a fallar.